Yo fui el niño que beso a la paloma
detrás de la ventana.
Acúsenme por ausentarme
en la silla del culpado
que no pudo describir el pasadizo de su casa
ni el rostro de sus padres.
Dios no tuvo que ver con mi felicidad
ni el columpio dibujado en la mente del mendigo.
Solo tengo 22 años;
algo de polvo en los ojos y versos en ese
pequeño corazón que me ha llenado de raíces
el cuerpo y en toda la nostalgia.
1 comentario:
Maravilloso poema, Peter.
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