miércoles, 25 de febrero de 2009

Mi historia

Si te contara la misma historia. Mi historia
que trata de recordar su domicilio.
La voz que cae del árbol se mojaría
en las orillas de tu oído. Y no aceptarías
la verdad de mi vida y sus renuncias.
Que pasé
noche de relojes pretendiendo
violar las leyes del olvido.
El tiempo ha encendido velas en mis ojos
y este hombre, no es el mismo hombre
que guardaba lluvia en sus páginas
o preguntaba si existe en realidad
la ciudad que buscan tus latidos.

Si te contase la historia de mi vida, mi vida.
No sabría explicarte las líneas
confusas de mis manos, ni el pasadizo
donde cruzaron los días sin mirarme
acaso, por no saber responder
los nombres de mis calles y sus constelaciones.
Tal vez me lo haya preguntado
alguna vez, en estos versos que te escribo
el amor que tengo
a los poemas y a tu nombre.
Tal vez ya no puedas escuchar
el respiro de mis tardes y sus embarcaciones;
no porque no pueda responderte
en un poema que he perdido entre libros
sino porque prefiero evitar todas tus lágrimas.

lunes, 16 de febrero de 2009

Poeta

Como un niño que busca entre vidrios
un idioma. Posiblemente busques
la palabra, esa siniestra sombra que despierta
el alma de los hombres.

Tal vez intentes encontrar los ojos
del aire en la memoria, o esa
perdida fotografía de tus días
en que los árboles llamaban a las aves.

¿Escribir o no? Hoy recuerdo
la hierba estéril que arrancabas
de una piedra, las calles que atrapabas
con el llanto, y la ventana débil

donde traspasaban las imágenes en tranvía.

miércoles, 11 de febrero de 2009

Miedo

Sé que proviene de mí.
Lo he visto crecer,
hemos caminado por la ciudad.
Incluso dormimos en el invierno
de soledad.

Pero no me ha pedido el nombre hasta ahora
ni el número telefonico.
Sé que es un sonido lento de amanecer
sé que es un cuerpo deshabitado.
Yo lo he visto crecer.

jueves, 5 de febrero de 2009

Elegía

Para mi abuelo, a quien se llevo el cáncer un 04/02/09

El abuelo
se ha borrado desde los huesos,
apenas el polvo es inicio de su tiempo.
Lo sé, de agua y café se lleno el corazón, y
el intento de vivir ya era inútil.
El águila del frío arranco esquejes de sombra de sus ojos.
No todos le querían, pero ya es tarde.
La luna disecada en lágrimas
y los pantanos secos de la oscuridad
nos guardarán testimonios de amor y nostalgia.

Pájaros agitan su alma, como sueños deshojados
en la carretera. El abuelo nos dejo su cuerpo,
su rostro pálido, la habitación
de tierra y un paréntesis en la memoria.
Su respiración amordazada se presenta en el aire y
su muralla de Berlín derrumbada en los años
dejan indicio de quemadura en la línea de las manos, y
la coma de su cuerpo helado nos habita.
El ha abuelo se ha muerto y también Cuto, el perro,
¿Quién espantará de casa a los extraños del mundo
y de los años? No era necesario vivir en los minutos del agua
o encerrarse en la oquedad de la madera.
Yo sé que relojes no preguntarán a los fantasmas
la visita de noches de lluvia. Yo sé que nadie se lo preguntará.

No te levantes, abuelo, de tus huellas
de ese reino perdido de mar y selva.
Vuelve a tu edad y a tus sueños.
El dolor de casa nos dejará sus cuentas
en la escalera del recuerdo.
Y las piedras que cuestionaron tus preguntas
nos responderán a medianoche.

Que Dios te guarde, abuelo,
en la estación del cielo,
en el país sin mapa ni pasaje.