Veo que los poetas avanzan,
suben a un ómnibus
miran las calles con sus diez dedos
que tocan las ventanas. Unos fuman
tabaco, y llevan en sus maletas un edificio
lleno de gente, como un día particular;
otros van
de pie, cansados de nostalgia.
Yo le debo a la poesia
el agua y el aire que respiro.
A ti, mujer, hecha de distancia
te debo el día posterior a mí,
ese día que espero
Lento y sin final.
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