domingo, 20 de enero de 2008

A una calle sobre el vacío

Se vierte en su pureza inmóvil
la piel inédita de la tarde,
un brillo que concibió sus huesos
tiembla en el conflicto de la luz.
Esa calle es mi imaginación,
es la mentira ondulando el frío de mis teorías.
Jamás podré encontrar mis manos
deslizándose en su seno.
Jamás su interior
me enhebrará una memoria
o me morderá un perro a causa justa.
Su hoguera como sinuoso
calor de cuerpos ha cerrado los rostros de la gente.
No le pregunto a mi mente las gotas de sus imágenes;
sólo quiero concretar la mirada
que no reconstruí siglos atrás.
La lluvia ha anunciado la creación de la madrugada.
Los sueños que lamió casualmente
el polvo me rodean de avenidas.
Me cala la intimidad de mi nostalgia.
Tal vez esta calle no sea mi fe en su lugar.
Tal vez este sea el costo de mi olvido.

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