
Nada te hace responder en la realidad, todos tus conciudadanos quieren escribirte la felicidad en el barro, pero el precipicio ha tomado tu rostro y tu boca; no le pertenece más a la belleza de un sí. No es una frustración el que observes girar la luz alrededor de tu mente; tu lengua gira en un túnel ardiente y tu saliva cae como un arrollo en el fondo de una garganta. Lo vez, lo estas sintiendo: La soledad no era indispensable para reunir los fenómenos de diferentes generaciones. Tu piel respira el respiro del fuego; corres el riesgo de seguir a la muerte, pero la eternidad guarda silencio, y tu corazón ha logrado amanecer en la música. Una bestia inverna en tu cuerpo, saca su cabeza para comer hierbas y arranca flores cubiertas de polvo para construir una historia al azahar. Las hierbas gritan el miedo a menudo cuando envejecen. La sed se ha perdido en las palabras: el precipicio se rompe…