En sus manos miran el callado
camino del desierto y la inicial del mar
cuando cae la lluvia en los tejados,
y el gato negro del viento entra por las ventanas.
Los niños escriben canciones con sus pasos.
Hablan con la sombra del silencio si están solos,
y juegan con arañas de luz
que caen de los árboles.
Viven una sola vez en un país dibujado,
por eso son semillas blancas, latidos de la tierra.
Abrazan el mundo bajo el calor de unas palabras,
y son sueños mientras duermen.
Algunas veces se esconden detrás de unas lágrimas.
Y otras, cuando llega la noche y el frío,
escapan por la luna.
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